Reconocer con ternura nuestras dificultades
Vivimos en una cultura que suele ver la Santidad como algo anticuado o incómodo. Muchas veces, quienes anhelamos vivir en Unción nos sentimos como un salmón nadando río arriba contra la corriente: esforzándonos por ser fieles, pero sintiendo que el mundo nos empuja hacia abajo.
Esta lucha no es solo mental o moral, sino profunda en espiritualidad: se libra en nuestros pensamientos, en los miedos nocturnos, en las emociones desbordadas, en las tensiones con quien más amamos. No es extraño sentirse tentado al legalismo, creyendo que basta cumplir con estándares sin vivir la gracia. O caer en la relajación espiritual, donde nuestro vivir cristiano parece simplemente una máscara. En ese vaivén, la santidad y la unción se sienten lejanas… o imposibles.
Una invitación amorosa: recibir una nueva unción
Dios no nos pidió un deber pesado. La santidad es una invitación de Su amor: ser ungidos para su obra, reflejarlo en lo cotidiano, responder a su amor con corazones agradecidos.
El Comisionado Samuel Logan Brengle escribió sobre su experiencia profunda de esta unción santa: “me desperté llorando por cuanto yo me daba cuenta de mi propia impureza, y rogué a Dios me diera una experiencia de purificación”. Esa “segunda bendición” no se trata de moralismo rígido, sino de un corazón renovado para amar y sanar.
Claves prácticas para vivir en unción, día tras día
- Dependencia continua del Espíritu
Como dice Efesios 5:18: «No se embriaguen con vino… antes bien, sed llenos del Espíritu». Dejar que el ES sea nuestro sostén será la fuerza de cada paso. - Pequeños pactos cotidianos
Este día entrego mis pensamientos, mis palabras, mis decisiones. Haz una breve oración al despertar diciendo: “Hoy, me pongo en tus manos para que me guíes”. - Comunidad que acompaña
No estamos hechos para la lucha en solitario. Compartir tu camino, tus tropiezos y tus avances con alguien de confianza, es entrar en una red que sostiene tu santidad y unción. - Persistir en la corriente
Como salmón: no te des por vencido. Cada vez que eliges volver al río de Su presencia, tu resistencia crece.
Un nuevo llamado: ¡recibir unción hoy!
Dios no nos deja solos en este camino. Él ofrece cada día una unción fresca: es el Espíritu Santo que renueva nuestra capacidad de vivir en santidad. Proclama y dilo en vos alta: ¡Espíritu Santo te necesito!.
El Comisionado Brengle nos recuerda que esta experiencia no es solo posible, sino disponible: “La santidad, para ti y para mí, no es madurez, sino pureza: un corazón limpio en el que habita el Espíritu Santo”. No es perfección angelical, sino un corazón renovado para amar y servir.
Oración del corazón
Señor Jesús, reconozco mis límites, mis tropiezos, mi cansancio. Hoy te pido una unción nueva: que Tu Espíritu me purifique, fortalezca y capacite para vivir en santidad. Que mi caminar refleje Tu gracia y Tu amor en cada gesto, palabra y elección. En Tu nombre, amén.
Invitación para esta semana
- Comienza cada día con esa oración y una lectura breve de la Palabra.
- Comparte con alguien de tu comunidad la bendición o la dificultad que el Espíritu te suscite.
- Lleva un diario pequeño: anota cada paso de gracia, cada momento de resistencia… y cada victoria.
Caminar en santidad no es un peso, sino una danza renovadora con el Espíritu. Deseo que en esta semana que inicia Dios derrame una unción fresca sobre ti, hoy y siempre.
Un abrazo de Bendición,
Coronel Leonardo Fernández
gracias Coronel por compartir este devociónal, que ese mismo espíritu lo continúe bendiciendo y dandole poder.