Génesis 2:15 – Tomó, pues, Jehová Dios al hombre, y lo puso en el huerto de Edén, para que lo labrara y lo guardase.
Desde que era un niño pequeño, siempre soñé con tener “el trabajo ideal”: uno que me guste haciendo poco, donde gane mucho dinero, con cero conflictos y flexibilidad horaria, donde pudiera ahorrar fácilmente y darme el lujo de recorrer el mundo. Tal vez por eso dicen que soñar no cuesta nada…
Al volver a la Palabra de Dios, me encuentro con una verdad profunda y sencilla: Dios creo a los seres humanos y los puso en un huerto… un lugar especial y lleno de oportunidades… pero con una misión: labrar y guardar.
En este versículo, encontramos el origen del trabajo, no como castigo, sino como vocación divina. El trabajo no es una maldición, sino desde la perspectiva divina y con propósito es una bendición.
Trabajar (labrar) es una forma de adorar
Desde el principio, el trabajo fue parte del propósito de Dios para nuestras vidas. Labrar la tierra es participar de la creación, esto es: colaborar con Dios en el cuidado de lo que Él hizo. Dios es un Dios creador, ordenado y activo. Cuando trabajamos con responsabilidad y amor, también lo adoramos.
Colosenses 3:23 «Y todo lo que hagáis, hacedlo de corazón, como para el Señor y no para los hombres.»
Nuestro esfuerzo cotidiano, aunque parezca pequeño o rutinario, es valioso cuando lo hacemos como un servicio a Dios. No se trata solo de “hacer cosas”, sino de ofrecerle a Dios lo mejor de nuestro tiempo, dones y talentos para que repercuta en Su Creación.
Cuidar (guardar) lo que Dios nos ha confiado
Guardar implica proteger, sostener, mantener. No solo es producir, sino Cuidar lo que producimos: relaciones laborales sanas, justicia y equidad en lo que hacemos, respeto por la creación y por quienes trabajan a nuestro lado, transparencia, honestidad.
Una persona puede plantar muchas flores hermosas en un día, pero si no las riega y las protege del sol o las plagas, pronto se marchitarán. Así también, nuestro trabajo necesita cuidado: nuestras actitudes, nuestro testimonio, nuestro trato a los demás, incluso nuestro descanso.
Proverbios 27:23 «Sé diligente en conocer el estado de tus ovejas, y mira con cuidado por tus rebaños.»
Tenemos que ser responsables con lo que se nos ha dado; no se trata solo de «hacer más» desde una perspectiva cuantitativa, sino de vivir y trabajar de manera que glorifiquemos a Dios y sirvamos al mundo con excelencia y compasión.
Un llamado para hoy
En este Día de los Trabajadores, celebremos porque Dios nos puso en un huerto… un lugar especial y lleno de oportunidades… y nos confió una tarea con el propósito de adorarle a Él con nuestro trabajo; y también, honremos a los que madrugan, a quienes sostienen hogares con su labor silenciosa, a los que no bajan los brazos aun cuando el sueldo no alcanza o el cuerpo se cansa.
Y más allá de las condiciones laborales —que todos merecen que sean justas— recordemos que Dios nos puso en este mundo para labrar y guardar. Para transformar con nuestras manos y corazones los espacios donde estamos.
Hoy, te invito a que ores y le entregues a Dios tu trabajo —o tu deseo de trabajar—. Que Él renueve tus fuerzas, te dé sabiduría, y te muestre cómo puedes glorificarle desde tu lugar.
Un abrazo de Bendición.
Coronel Leonardo Fernandez
Gracias a Dios por la oportunidad de trabajar
Muchas gracias por este recordatorio, mi deseo siempre es que Dios renueve mis fuerzas y me de la capacidad de realizar mi trabajo con dedicación y amor para glorificar su santo nombre con integridad.
Bendiciones
Que bendición es trabajar para el reino de Dios.!!
gracias por la palabra de Dios que comparte, es de bendición.