División de Costa Rica
El pasado domingo 20 de julio visitamos el Cuerpo de San Isidro en la hermosa División de Costa Rica.
Qué gozo tan grande ha sido regresar al querido Cuerpo de San Isidro del General. Volver a ver a los Capitanes (R) León después de casi 27 años, y comprobar que siguen comprometidos con el Señor y el Ejército de Salvación.
Fue un verdadero regalo del cielo compartir con la Tenienta Ashley Tellez, Salvacionistas y amigos de la obra… con sonrisas sinceras, abrazos fraternos, unos ricos tamales… y, sobre todo, por el testimonio vivo de fe que siguen levantando en esta Ciudad.
En medio de tantas emociones, compartimos una Palabra que sigue resonando con fuerza en estos tiempos: Filipenses 4:4, 6-7. Porque si algo necesitamos hoy, además de amor y unidad, es la paz de Dios, esa que guarda nuestros corazones cuando todo a nuestro alrededor parece incierto.
Vivimos días donde el alma se ve asediada por la ansiedad, el temor y la preocupación. Pero la Palabra de Dios nos recuerda que hay una alternativa: orar, agradecer y confiar. Cuando hacemos eso, Su paz nos abraza y nos sostiene.
“No se preocupen por nada. Más bien, oren y pídanle a Dios todo lo que necesiten, y sean agradecidos. Así Dios les dará su paz, esa paz que la gente de este mundo no alcanza a comprender, pero que protege el corazón y el entendimiento de los que ya son de Cristo.”
Filipenses 4:6-7 (TLA)
¿Quién está en nosotros?
Pablo, preso y en condiciones adversas, escribe: “Regocijaos en el Señor siempre. Otra vez digo: ¡Regocijaos!” (v. 4).
Es impresionante que estas palabras no vienen de un lugar cómodo, sino desde una celda. Pablo entendía que el gozo no depende de lo que nos rodea, sino de quién está con nosotros.
El gozo no es una reacción, es una decisión. Una actitud basada en la fidelidad de Dios, no en la estabilidad de nuestras circunstancias. El gozo del Señor no niega el dolor, pero se levanta sobre él porque es nuestra fuerza. Es un acto de fe que prepara el terreno para que Su paz se establezca en nuestra vida.
Comienza tu día con alabanza. Aunque no sientas fuerzas, aunque todo parezca oscuro… regocíjate en el Señor. El gozo es como una llave que abre la puerta a una mente en calma.
El resultado de entregar
Pablo continúa: “Por nada estéis angustiados, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias…” (v. 6).
La ansiedad no es una condena, es una alarma. Cuando sentimos ansiedad, Dios no nos reprende… nos invita a hablar con Él. A entregarle nuestras cargas.
Pablo no dice “nunca sentirás ansiedad”, sino: no te quedes en ella.
La solución está en hablar con Dios, agradecer incluso antes de ver respuestas, y dejar que Él tome el control.
¿Y qué sucede cuando oramos y confiamos? “La paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús.” (v. 7)
Esa paz no se explica. Se experimenta.
No elimina las dificultades, pero te da seguridad en medio de ellas.
No borra tus preguntas, pero protege tu mente para que no se llene de miedo.
Y lo más hermoso: es una paz que viene de Cristo, no de nuestro esfuerzo humano.
¿Estás luchando con algo hoy? ¿Cargas temores, dudas o preocupaciones?
No necesitas tener todo resuelto para experimentar paz. Solo necesitas confiar. Entrega tu ansiedad al Señor en oración y deja que Su paz sea el escudo que cubra tus emociones y pensamientos.
Conclusión
La paz de Dios no es la ausencia de problemas, es la certeza de que Cristo está contigo en medio de la tormenta.
Hoy, el Señor te recuerda:
“Hijo, hija… no te angusties. Háblame. Entrégame tus cargas. Y déjame guardar tu corazón con una paz que el mundo no entiende… pero que tú vas a sentir”.
Recuerda: el gozo abre la puerta y la oración activa la paz. Alégrate en el Señor, ora con fe y Él guardará tu corazón.
Palabras de gratitud
Queremos dar un agradecimiento especial a la Tenienta Ashley Tellez, por su compromiso fiel y su corazón entregado al servicio del Reino a través del Ejército de Salvación.
También extendemos un profundo agradecimiento a cada Oficial, Soldado, Voluntario y Colaborador. Gracias por ser instrumentos de paz, consuelo y esperanza para quienes más lo necesitan en tiempos difíciles. El Señor ve cada esfuerzo y no olvida el amor con el que sirven. ¡Adelante! el desafío es grande, pero mayor es el que está con nosotros.
Dios bendiga al Ejército de Salvación en Costa Rica. Dios bendiga al Cuerpo de San Isidro.
Con cariño en Cristo,
Coroneles Evangelina y Leonardo Fernández