Desde el Cuartel Territorial, Costa Rica, Abril de 2025.
Queridos Oficiales, Paz y Gozo.
Reciban un fraterno saludo lleno de esperanza en el nombre de nuestro Señor Jesucristo.
En estos días en los que volvemos a contemplar la cruz y la tumba vacía, nuestra oración es que la gracia salvadora de Dios renueve su espíritu, fortalezca sus manos y mantenga encendida la llama del llamado que han recibido.
Sabemos que este tiempo encuentra a muchos de ustedes sobrecargados, enfrentando situaciones pastorales complejas, luchando con limitaciones, conflictos, enfermedades o desánimos silenciosos. Justamente por eso, necesitamos volver a lo esencial: la salvación que nos ha sido dada por gracia, y que nos enseña a vivir de una nueva manera.
11 Porque la gracia de Dios se ha manifestado para salvación a todos los hombres, 12 enseñándonos que, renunciando a la impiedad y a los deseos mundanos, vivamos en este siglo sobria, justa y piadosamente, 13 aguardando la esperanza bienaventurada y la manifestación gloriosa de nuestro gran Dios y Salvador Jesucristo,14 quien se dio a sí mismo por nosotros para redimirnos de toda iniquidad y purificar para sí un pueblo propio, celoso de buenas obras. Tito 2: 11 al 14 (RVR1960)
La carta a Tito nos recuerda que la gracia salvadora no solo nos rescata, sino que nos forma, nos transforma, y nos guía en cómo vivir en medio del mundo actual.
La Salvación nos enseña a vivir sobriamente
Esto significa tener dominio sobre uno mismo, sobre los pensamientos, las emociones y las decisiones. No se trata solo de evitar excesos externos, sino de cultivar una vida interior equilibrada, centrada en Cristo, libre de vanidad, amargura o ansiedad.
Como Oficiales estamos constantemente dando de nosotros mismos. Escuchamos problemas, predicamos, organizamos, oramos, sostenemos. Y a veces, en medio de tanto dar, perdemos el equilibrio del alma. La salvación, sin embargo, nos invita a volver a la fuente, a recordar que somos más que “Salvados para Servir”: somos hijos salvos por gracia.
Tomarse tiempos de quietud, oración y reflexión personal no es un lujo ni una señal de debilidad, es una expresión de vida sobria. Decir no a ciertas situaciones para cuidar el cuerpo, la familia, el ministerio o la salud mental también es fruto de la gracia salvadora que nos libera del hacer por hacer.
Nuestro valor no está en cuánto hacemos, sino en cuánto permanecemos en Cristo. Vive sobriamente, y deja que la gracia modele tus decisiones y emociones.
La Salvación nos llama a vivir justamente
La justicia bíblica no es solo legal, es relacional. Vivir justamente implica tratar a los demás como Dios nos trata: con equidad, misericordia y verdad. Como Oficiales somos llamados a encarnar esa justicia en nuestros Nombramientos siendo ejemplo de Cristo.
En una época donde muchos desconfían de las instituciones, nuestra vida justa es parte del testimonio de la salvación. La manera en que lideramos, administramos, disciplinamos y amamos, debe reflejar que hemos sido redimidos por Cristo.
Ser transparentes con las finanzas, no favorecer a unos sobre otros, cuidar lo que decimos en privado y en público, rendir cuentas con humildad. También vivir justamente implica levantar la voz por el que sufre injusticia, y ser puente de reconciliación en conflictos comunitarios.
Nuestra fidelidad silenciosa es vista por Dios. No dejes que el desánimo o la crítica apaguen tu integridad. La salvación que predicas también te sostiene en rectitud. Sigue haciendo lo justo, aunque parezca que nadie lo nota. El Señor sí lo ve.
La Salvación nos forma para vivir piadosamente
Vivir con el corazón hacia Dios no es solo una vida religiosa; es una vida de comunión. Como Oficiales podemos caer en el peligro de hablar de Dios sin estar cerca de Él. Pero la salvación que hemos recibido nos invita a caminar con Dios, no solo a trabajar para Él.
En medio de la rutina de tu Nombramiento, la piedad verdadera mantiene el alma viva. Cuando oramos no por costumbre, sino por hambre de Su presencia. Cuando predicamos no por deber, sino por fuego interior. Cuando amamos no porque nos sobra, sino porque hemos sido profundamente amados. Cuando administramos no porque queremos más confort, sino porque somos fieles mayordomos y buenos para rendir cuentas. Entonces, cultiva momentos de adoración en tus actitudes y palabras.
No estás solo. El Salvador que resucitó camina contigo. No pierdas la dulzura de la relación con Él. La piedad no es no hacer nada; es el secreto del poder pastoral.
Volvamos a lo esencial. La gracia de Dios que nos salvó sigue obrando en nosotros. No hemos sido llamados a perfección, sino a transformación. No a un ministerio sin heridas, sino a un caminar que refleja la cruz y la resurrección.
Esta Semana Santa, antes de anunciar a Cristo para otros, recíbelo tú otra vez: Cristo murió por ti, Cristo resucitó por ti, Cristo vive en ti. Vive sobria, justa y piadosamente. No por obligación, sino como respuesta al amor más grande. Y recuerda:
La salvación no es solo un mensaje, es tu sostén. No es solo un llamado, es tu refugio. No es solo para los demás… es para ti, hoy.
Con amor sincero, respeto pastoral y oración constante por ustedes,
Coroneles Evangelina y Leonardo Fernandez
Muchas gracias por sus Palabras de Animo Coroneles.
Dios es bueno. Dios los bendiga.
Poderoso mensaje.